Carolina, la dueña de la empresa de calzado masculino, más fino de la región, envió a su asesor de mercadeo, para encontrar al hombre que le encajara el magnífico modelo de zapato, que había quedado perdido a la entrada del nuevo almacén, en la fiesta de inauguración, dos noches atrás.
La noticia, ya viral, de que el hombre al que le encajara el zapato sería la nueva cara de la publicidad de la empresa, había corrido en las redes haciendo que Andrés y Juan, amigos de la empresaria, esperaran con ansias, en el restaurante de su madrastra, al tal Manrique, quien justamente apareció en la puerta como un fantasma, tan largo, escuálido e inexpresivo, como siempre.
De inmediato los muchachos tomaron asiento y fue Andrés, con su pie gigante, que inició la faena con el elegante calzado extraviado, pero su empeine maltrataba el cuero y Manrique lo retiró de inmediato, para evitar cualquier daño. Con cara de ganador, Juan, que ya estaba en medias, metió su diminuto pie y empezó a chancletear pero la frustración lo obligó, a quitarse el zapato y retirarse bastante molesto del lugar, con la excusa de que iba a contestar una llamada del ministro.
Manrique miraba su tableta, para verificar el nombre del siguiente candidato, cuando Alejandro, el chef del Restaurante, hermanastro de Andrés y Juan, le hizo probar al asesor uno de sus famosos postres, mientras Manrique le alargaba el zapato para su prueba… Suspenso total… y ¡oh sorpresa!, a este cocinero si le encajaba el zapato, es más el otro zapato estaba allí en la mesa, en su caja original.
Entre tanto los hermanastros envidiosos de la suerte de Alejandro, difundieron por twitter, noticias falsas de la vida del cocinero, para evitar que el representante de la gran empresa, informara a su jefa, Carolina, del magnífico hallazgo. Pero era demasiado tarde, la mujer se trasladó llena de expectativa al lugar, en donde quedó fascinada con el chef, su porte, su estilo y su procedencia. Y es él, de manera desparpajada y tranquila quien le confiesa que fue su padrino Sitael, un zapatero de la vieja data, que trabaja para Carolina, el diseñador del calzado con el cual fue al coctel y que perdió por ir de afán al hospital, cuando Sitael sufrió una pequeña caída en su taller y fue trasladado de urgencias.
Carolina, reconoce con amor y respeto que su empleado Sitael es lo mejor que tiene en su empresa y sin dudarlo le confirma a Alejandro que él será la nueva imagen publicitaria de su calzado, como había prometido en las redes, y que su padrino, seguiría trabajando en la nueva línea que se lanzaría en dos meses. Alejandro quedó de pensarlo, mientras que invitaba a almorzar a la mujer, un risoto con setas, que era su especialidad.
-Lapuente