Todo empieza en noviembre pasado cuando a Carlos le ofrecieron algunos trabajos contables, los cuales aceptó gustoso, para tener un dinero extra en diciembre, pero después de varios días de ardua actividad, se vio abocado a pedirle ayuda a Mariluz, quien también es contadora, para poder cumplir con los tiempos estipulados con sus clientes.
Marliuz le recordó que ella también estaba llevando algunas contabilidades y además tenía obligaciones en en hogar y con sus trillizos, sin embargo Carlos le insistió que era por el bien de la familia y que al fin y al cabo la casa no se iba a caer, por no pasar la escoba.
Así empezó la odisea de Mariluz, trabajando en sus programas, haciendo las comidas, atendiendo a los niños, dejándolos jugar sin prestarles mucha atención, poniéndoles películas para distraerlos, haciendo el mercado a medias, pagando los recibos a mil y durmiendo cerca de 3 horas diarias.
Para el 24 de diciembre, Mariluz,no sólo no había tenido tiempo para comprar los obsequios de la familia, ni los ingredientes para la cena, sino que además se despertó, ese día, con un fuerte tirón en la pierna izquierda desde los gemelos hasta la nalga que casi no le deja levantar de la cama. Ella le comenta a su esposo pero él está muy ocupado y demasiado molesto, pues no tiene ni una sola camisa para ponerse.
Mientras Mariluz, alisaba la prenda, preparaba el desayuno y alistaba a los niños, Carlos le recuerda que a las tres de la tarde tiene que enviar los correos electrónicos con los balances actualizados y pagar la cuota del auto, que se vence ese día y que él había olvidado cancelar. Así que con todas las múltiples actividades Mariluz, no tuvo otra opción que tomar unas pastillas para el dolor, e irse corriendo al centro comercial.
Ya en el banco y con sus hijos, estuvo en la fila por media hora, hasta que los cajeros les notificaron que se había caído el sistema, las computadoras no funcionaban y no sabían cuánto se iban a tardar en restablecer el servicio. Terriblemente enojada y con un dolor insoportable llama a su hermana y le pide que se esté con los niños mientras ella va al hospital.
Los médicos de la central de urgencias le atienden de inmediato y le hacen algunos exámenes para concluir que al hacer un mal movimiento, se le comprimió un nervio, por lo que tendrá que ser atendida por un especialista, que el hospital no tiene, porque están todos de vacaciones, pero que se comprometen a buscar ahora mismo alguno que esté en la ciudad, por lo que tienen que inyectarle un calmante mientras tanto.
Carlos le llama al móvil y enfurecido le reclama que dónde está, que es una irresponsable. Pero Mariluz más enfurecida le grita que está en la clínica por su dolor en la pierna y que tiene ser atendida por un especialista que no logran ubicar. Carlos le reniega diciéndole que ella inventó ese dolor para no ayudarle y Mariluz le replica: -yo no me he inventado nada, parezco tu esclava y todo esto es en función tuya. Yo tengo que asumir tus responsabilidades y tú desprecias lo que hago. ¿Sabes qué?, ya envie los correos, y le pedi a mi hermana que pagara la cuota de tu auto. Ahora déjame en paz. Lo que yo hago también es importante y no pienso seguir enfermando y sacrificándome y recibir a cambio solo insultos.
Apaga el móvil y se queda profundamente dormida por dos horas, después cuando se despierta, no siente ningún dolor. Le pide al médico que la deje ir, que se siente bien y que si le duele regresará al instante. No obstante el galeno, que no está muy de acuerdo, le receta otros medicamentos y la deja marchar.
Se va a casa de su hermana y pasa la noche buena con sus hijos, se divierte enormemente y al otro día pasean tranquilos, por las montañas y la laguna. En ningún momento siente más molestias físicas, pero sabe que tiene que regresar a casa con su marido y tiene sentimientos encontrados, pero decide no prestarles atención.
La noche del 25 de diciembre, Mariluz…
-Lapuente