Tendrían como ocho años cuando una noche se les ocurrió apagar la luz del comedor y crear una nave espacial debajo de la mesa, estaban solas en casa, así que llenaron los espacios de velas aromáticas y linternas para darle un aspecto futurista y lleno de misterio. Amaranta, una de las chicas se fue de prisa a su habitación y trajo una grabadora y con ella un casete del grupo Abba, pensó, que era el único tipo de música aceptable para la situación.
De la carterita que llevaba Mara ese día en su maletín, salió el maquillaje, un poco de lápiz
delineador, algo de labial y en minutos, ¡listas! ya eran extraterrestres. Tenían
entonces nave, sonido, luces y disfraz, pero… algo faltaba.
-¡Ya sé!, grita Amaranta como si
hubiese tenido una epifanía. -Lo que necesitamos es sentirnos como unas
verdaderas marcianas y eso se logra con el Rivelino.
-¿Con el Rivelino? y eso ¿qué
es?, titubeo Mara.
-¡Pues el vinooo! espera lo
traigo…
Y mientras Amaranta encendía las
luces, para ir a la cocina, la otra niña se quedó dándole vueltas al asunto.
-Nos tomamos un vaso con unos
hielitos y verás, gritó Amaranta abriendo la puerta de la nevera. -Uno para ti
y uno para mí, dos hielos aquí y dos acá. ¡Voy hasta con la botella!
-No pero… ¡espera!, gritó Mara,
yo nunca he tomado vino, ¡mi mamá me va a matar!
-¡Ayyyy! es solo un poco, es para
poder hacer bien el papel de extraterrestres.
Volvió a apagar las luces, subió
el volumen de la canción Chiquitica y le pasó un vaso del Rivelino a su amiga.
-¿De dónde sacaste que esto
sirve? Volvió a insistir Mara.
-Pues de mi tía Lola, ella dice
que para representar bien un papel, los actores de cine se toman un trago antes
de las escenas…
Los corazones de las chicas laten
muy fuerte, saben que están rompiendo las reglas y eso las mueve a seguir, se
toman el primer sorbo y hacen gestos de desagrado, pero envalentonadas se toman
el segundo y se empiezan a reír, se toman el tercero y se les ocurre una lengua
extraterrestre. En la cuarta toma se ponen a bailar Voulez Vous.
-Maracatay espera sirvo más que
se nos ha acabadocatay.
-Jajajaja, si quiero más Amarantacatay
porque ya estamos próximas a aterrizar en esa tierracatay.
Ahora con el segundo vaso en
mano, preparan el aterrizaje.
-Atención a todas las navescatay
hemos ingresado a la tierracatay estaremos desconectadas por cinco minutos.
En ese instante la bocina del
auto suena varias veces…
-¡Llegaron mis papás, rápido
tomémonos todo! Y literalmente y de una bocanada se mandan el contenido de los
vasos, con tan mala suerte que a Mara se le queda atravesado un hielo.
Se tira al piso agarrándose el
cuello, tumba la grabadora, se apaga la música y por poco las velas encendidas
caen sobre su ropa. Amaranta le pega por la espalda y Mara trata de toser, las
lágrimas aparecen sobre sus ojos.
La puerta se abre y aparecen
David y Lorena. Amaranta se pone de pie pero está debajo de la mesa y se pega
en la cabeza con la madera, los platos suenan y los vasos caen. -¿Qué pasa?
grita Lorena -¿Qué es todo ese ruido? Amaranta… ¿eres tú?
Con la mano en la cabeza Amaranta
sale gateando y su madre pega un alarido - ¡David… qué es ese animal!
-¡Mamá soy yo! ¡Mara se está
ahogando!
-¿Ahogando? ¿Por qué?
David enciende las luces y lo que
encuentra es un comedor desordenado, oliendo a humo de velas, perfume y vino.
Se arrodilla y toma con agilidad a Mara, que ya tenía la cara morada, la
levanta y desde atrás le hace presión en el estómago, enseguida sale un trozo
de hielo de la boca de la niña y por fin ella puede respirar con dificultad.
Mientras que Amaranta está
aterrorizada, suena el teléfono del corredor y Lorena apresurada va a
contestar. Al otro lado de la línea se escucha con claridad…
-¡Hola querida!, soy yo Diva, ¿cómo
estás? Por favor dile a Marita que venga para la casa porque ya es tarde. Un
abracito y gracias por todo, hasta mañana.
-¡Hasta mañana! responde Lorena
pero ya Diva le había colgado.
En ese momento se escucha que la
puerta de la casa se cierra y es Mara que ha salido corriendo sin despedirse.
Lo que le espera esa noche a Amaranta es un interrogatorio muy complicado y lo peor, es que no encuentra la botella pero sin embargo, le sentencian su castigo.
Al siguiente día, muy temprano Lorena
llama a Diva para explicarle todo lo sucedido y pedirle disculpas.
-¿Cómo amaneció Marita? Le pregunta.
-¿La niña? Pues bien, sigue
profunda, pero ya salgo a llevar a Tobi al veterinario.
-¿Qué le pasó?
-Que me lo han querido envenenar,
he encontrado al perro vomitando y una botella de Rivelino desocupada en su
casita del jardín, más tarde hablamos y te cuento.
Lapuente
