Gazmoña



Das vueltas alrededor de mí…

No he empezado a hablar y ya crees que estoy en pecado…

¡Espera!… ¿Te estás persignando?

Y ahora… ¿miras para otro lado?

¡Bebé!... yo sé que lo que digo siempre te interesa, no te ocultes detrás de esa fachada de ángel.

¿Crees que no te vi cuando asomada por la ventana enfocabas con los binóculos? ¡No precisamente a las estrellas!

¿Crees que no sentí, que de tu maletín rosa con libretas y esferos finos, salía un aroma "prohibido"?

¿Crees que no te escuché despotricar de tus “más bellas amigas”?

Ahora entiendo que tu bondad es una elaborada creación para ganar el cielo.

Padeces de monotonía autoimpuesta. Recitas un solo texto, cantas una sola canción, crees en una sola idea y tienes una mirada tan obtusa, que allí no encajo y no lo pretendo. 

Entonces... ¿Por qué vienes a mí? ¿Te llama la atención mi oscuridad? No quieras salvarme, ¡no! ¡Sálvate! Busca la llave de esa caja de pandora que llevas por corazón y enfrenta tus secretos.

¿Quieres que te entienda?, ¿para qué? Aprecio el degradé de mi existencia con todas sus tonalidades. Las he vivido desde siempre, las estoy comprendiendo y gracias a ello me declaro al mismo tiempo inocente y culpable.

Pero contigo no puedo, ¡oye bien!, no puedo. Se te nota, oveja, como te desvives por ocultar al lobo y... me hastías.

Así que sigue con tu camino, ¿quién soy yo para guiarte? 

Yo seguiré con el mío, ¿quién eres tú para aleccionarme? 

Me gustan las caras sin antifaz pero la tuya es imposible de descifrar, ¡aléjate!

Gazmoña... Sí, eso eres, una grandísima Gazmoña.

©Lapuente