Saludos cordiales Cris:
Te cuento que la idea de internarme en estos parajes lejanos de manera voluntaria, me ha traído un refrescante alivio para mi intrincada existencia, pero la soledad que amo tanto no puede ser eterna y de eso el universo me está dando “sopa y seco”.
Lo digo porque hace unos días al lado de este humilde e incipiente rancho donde habito, un diminuto cuerpo en forma de casa se materializó en mis narices y ahora convivimos. Me dirás “¿Una casa? Pero… ¿Te enloqueciste?” Así que para que lo puedas procesar, igual que yo, te contaré lo que me hizo saber esta “inusual criatura” con alma y voz de mujer, cuando se apareció ante mí y me confesó lo siguiente:
“Hace años andaba en las tinieblas. Tan pequeña era y tan ignorada por ello, que después de una profunda reflexión, tuve ganas de nuevo de ser notable y “compartirme” con alguien. ¿Pero cómo llegué a esto? Verás… Yo era una mujer solitaria entregada totalmente al trabajo y amaba mi estilo. Un día mandé a construir esta edificación pensando que tendría tiempo de mudarme y disfrutarla, pero siempre estaba “oportunamente” ocupada.
Por aquella época le salvé la vida a un anciano en el quirófano y el loco, para agradecerme, me insistió en que le pidiera un deseo. Me reí para mis adentros, pero este “extraño ser” aguardaba con tantas ansias a que le expresara mi aspiración, que le terminé diciendo y de manera irónica, que quería ser mi casa recién construida, porque sería la única forma de vivir en ella. Se le iluminaron sus cansados ojos azules y declaró con voz firme: -¡Hecho!
Desperté al siguiente día sin cuerpo de carne y hueso, ahora era de ladrillo y vidrio. No era una pesadilla, era yo el alma de esta casa. Totalmente consternada entré en un limbo insoportable, hasta que el hombre se manifestó ante mi puerta gritando. -¡Desagradecida! ¿Caminas al cielo y vas llorando? Pues ahora serás del tamaño de un dado y aprenderás que el arraigo y la introspección son la fuente de sabiduría. Sin ni siquiera alcanzar a preguntar quién carajos era para atribuirse semejante desfachatez y cambiar mi destino, me hallé reducida en un bosque tenebroso.
Allí, misteriosos seres circulaban de día y de noche sin que yo llamara su atención. Llegué a creer que nadie me extrañaría jamás porque nunca establecí lazos de ningún tipo. Tuve que descubrir cómo no hacer nada y aprender a estar cómoda con ello, pero me costó sudor y lágrimas. No volví a mirar para afuera y ya nada me importó y aunque fueron mis nuevos pensamientos los que me sostuvieron, empecé cualquier día a extrañar la compañía de la gente.
No sé cuánto tiempo pasó, pero una noche hubo una borrasca y fui empujada por un caudal de agua. Floté y floté sin parar y por varios meses, hasta que encallé al lado de una roca. Cuando el nivel del agua bajó y me vi asentada en la tierra, enredada entre arbustos, apareciste tú y te juro que no logro entender cómo lograste verme. Ahora estoy aquí sin saber si volveré a tener cuerpo de mujer pero igualmente amando esta estructura que me alberga."
¿Cómo la ves Cris? Ahora te doy mi versión: El día que me encontré esta casa pequeña del tamaño de un dado, yo estaba recogiendo moras silvestres para hacer una tintura. Al llegar al rancho, saqué el objeto de mi bolsillo y vi que tenía techo, ventanas, paredes y una leyenda diminuta al lado de la puerta. Tomé la lupa, con la que estudio los insectos y pude leer y en voz alta estas palabras:
“Se deshace el desencanto, si el que aguarda con paciencia, las respuestas de la fuente, convierte este ofrecimiento en canto: ¡Por los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego, que este cuerpo tan pequeño sea un verso en sociedad, que vivas con él en armonía hasta el final de tus días, almas unidas en familia siempre serán”
“Ahora llévame a un espacio inmenso y con tu permiso me volveré un cobijo intenso”
Con algo de incredulidad, pero con la curiosidad de siempre, salí del rancho y puse en el terreno colindante, el extraño artefacto. Minutos después creció de tal forma, que mi hizo retroceder, hasta convertirse en una morada sublime que se terminó por anclar en las profundidades a través de unas sólidas raíces.
Esperé con angustia y excitación hasta que el cuerpo de ladrillo y vidrio dejó de hacer ruido. Con sigilo abrí su puerta y entré con temor. Era tan acogedora y cálida. Todas sus habitaciones de ensueño, finamente decoradas.
Ven pronto por favor. Te contaré de mis nuevos planes que ya no tienen asidero en la soledad y te mostraré la revelación que me obliga hoy a vivir en comunidad.
Atentamente,
Alex
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