El 14 de abril, el descabellado cíber ingeniero insistió, en su presentación, que la instalación de la magna marquesina en toda la ciudad había sido la decisión más acertada, para todos los de su misma especie que eran una minoría sí, pero con derechos.
–Esta es la única manera en que podemos movernos sin que las incómodas lluvias constantes, dañen los materiales que usan para ensamblar nuestros cuerpos -argumentó.--¿Y no pensó usted en los humanos que allí habitan, que sí son mayoría?... ¿Y qué me dice de la adecuación de cientos de metros de canales de agua, para transportar el líquido a un embalse alterno? ¿Tuvo en cuenta, acaso, la opinión de la naturaleza aliada? -preguntó el gobernador preocupado.-
-¡Ay señor gobernador! no trate de menospreciarnos. Esta maravillosa obra fue aprobada por el alcalde y los concejales de los dos partidos, Severa Humanidad y Provalores IA. Además la empresa contratista cumplió a cabalidad con la instalación.
¿No entiendo por qué no dejaron participar al partido Inteligencia Natura? -volvió a insistir el gobernador- lo tienen marginado. Ellos en representación del reino mineral, vegetal, animal, los elementos y los astros, elaboraron un documento serio y científico, que argumentaba el peligro de la marquesina para la vida. Además que ponía en evidencia los intereses de los cíberes en la empresa de cubiertas, ya que les patrocinaban las baterías para su supervivencia, por cada contrato que consiguieran.
-¡Esos mamertos no son representativos porque votaron negativo al proyecto! gritó el cíber. ¿Y sabe qué? ¡Ante tanta estupidez esta reunión se acaba aquí!
Así, ese día quedó clara, para los cíberes, la amenaza que representaba para sus propósitos la actitud del gobernador y del partido alterno, por lo que los hackers y periodistas del partido Provalores IA, empezaron a trabajar sin descanso en una estrategia permanente de noticias falsas. Fue tan eficaz, que en poco tiempo convenció a la comunidad de que la marquesina no representaba ningún peligro y que al contrario, era una burbuja de protección llena de beneficios para la salud.
Así que el 7 de junio, la naturaleza aliada, cansada de ser ignorada y burlada, se retiró oficialmente de la ciudad. El sol no brilló, las nubes desaparecieron, el agua no cayó, el río se secó, el viento no corrió, las plantas y los árboles se marchitaron y la luna nueva fue la fase permanente. Ya sin esas fuerzas la ciudad comenzó a colapsar.
En la penumbra, con un aire enrarecido, los asustados y enfadados ciudadanos, quisieron abandonar la capital y resguardarse, sin permiso, en el pueblito campestre y tranquilo del lado. El alcalde de esa zona, sin embargo, ya había puesto barricadas y no los quiso recibir por catalogarlos como seres cegados por la ambición, alienados y con ánimo de conquista irrespetuosa de nuevos territorios.
Así por meses, los humanos, se quedaron varados bajo la marquesina asfixiante muriendo de hambre. Los cíberes, en cambio, con cientos de baterías, pudieron resistir sin problemas las adversidades, convirtiéndose en los amos del territorio y administrando torpemente el agua que aún quedaba en el embalse, ahora de su propiedad.
El siguiente paso fue apoderarse de las armas y drones de las autoridades, para tomarse el pueblo vecino, desplazar a los lugareños e instalar a los sobrevivientes allí, declarando al alcalde como intransigente e inhumano y a la naturaleza como artificial y despiadada, suficientes excusas para que la procuraduría los llevara a juicio.
El 17 de diciembre, a la entrada de la sala de sentencias, que ubicaron en el pueblo en las instalaciones de la casa de la cultura, tres grandes carteles rezaban:
¡Culpable el inhumano, culpable la despiadada! En su conciencia deben estar los miles de seres que perdieron la vida.
¡Gracias cíberes! ¡Amigos, estamos con ustedes! ¡Nos han proporcionado una nueva tierra! ¡Son ustedes más humanos que nosotros mismos!
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