Por el dichoso "toque de queda" le entró el afán y prefirió ahorrar tiempo cruzando por la mitad de la avenida. Corrió alerta, desafiando los vehículos y por fin llegó victoriosa a la acera de enfrente. No había dado si no un paso, cuando se produjo un apagón en la zona que dejó todo en tinieblas.
De la nada, logra vislumbrar la silueta de un hombre que se le acerca sigiloso y ella siente su pesada mano agarrándole la correa de la cartera para robarla. Reacciona saltando de nuevo a la avenida y un conductor que apenas la distingue, maniobra para evitarla, pero termina montándose en el andén, golpeando al ladrón. En su trayectoria el auto se mete por la entrada de la panadería hasta toparse con unos bultos de harina. Los revienta y la gente adentro, grita en medio de la polvareda.
El ladrón atrapado debajo del carro, pero vivo, pide ayuda, así que la mujer, toma su celular y activa la linterna. Se arrodilla, pero no logra alcanzarlo. Mientras que un transeúnte se une a la mujer para intentar sacar al tipo aprisionado, los clientes de la panadería salen despavoridos por encima del carro y terminan por tumbar a la pareja bruscamente. Ellos tratan de sobreponerse pero el conductor del vehículo averiado, abre la puerta y los golpea de nuevo, lanzándolos peligrosamente al borde la acera.
La confusión reina mientras que la luz llega de ipso facto y revela una escena dantesca, en donde personas y cosas están cubiertas por harina.
Se escuchan, a los lejos, las sirenas de la policía, así que en segundos, el ladrón logra zafarse y escapar, el transeúnte corre a buscar sus gafas, el conductor del auto empieza a dar reversa con angustia, la gente bañada en harina va desapareciendo a diestra y siniestra y la mujer toda magullada, que aún está procesando el momento, se reincorpora para regresar lo mas pronto posible a casa, pero esta vez por el cruce peatonal.
Cuando logra llegar al semáforo, la alcanza la policía y la detiene mientras empieza a sonar su celular. Activa como puede la llamada y del otro lado, la voz de su hijo de 10 años:
-¡Mamá!... ¡Ya va a empezar el toque de queda!, ¿por qué te demoras?. ¿Me compraste las cartulinas y los marcadores para hacer el trabajo?..., ¿y los panes rollito para el compartir?
¿Mamá?...
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