Continuación de la PARTE 1
Apagué el teléfono para no apabullarme con tanta presión y le di vueltas a todas las posibles soluciones. Pasé horas y horas tratando de encontrar la salida, hasta que por poco me da un infarto cuando sonó el citófono. Corrí a contestarlo y el portero con voz adormilada me comunicó que el señor Esquivel necesitaba hablar conmigo.
–¡De ninguna manera! le dije
angustiada, -¡Cuidado don Pedro! ese hombre es peligroso y colgué. Volvió a
sonar el aparato y esta vez al otro lado Esquivel con tono de “yo no fui” me
dijo:
-Oye perdóname, no fue mi
intención hacerte daño. Yo no soy así, no sé qué me pasó. Ven, sal un momento y
hablemos. No me iré de aquí hasta verte.
–¡Páseme a don Pedro!...y
escuché la voz del vigilante de nuevo: -¿Si señorita qué necesita?
-Don Pedro... voy a salir pero me
jura que se va a estar al lado mío porque ese hombre es un loco.
-Bueno señorita no se preocupe.
Caminé por entre las casas hasta
que llegué a la portería y allí estaba de pie el estúpido con un ramo de
flores. Me ubiqué lejos por precaución.
-Mire señor, esto es acoso, yo no
tengo nada de que hablar. Es claro que usted
es una amenaza para las mujeres. Lo denunciaré a las autoridades con pruebas... me temblaba la voz.
-Calmate, tranquila, vengo en son
de paz. Mira... hasta te traje flores. No es para tanto, al fin y al cabo no te
hice nada.
-Pero porque yo salí corriendo. ¡Váyase ya!
-Cariño ya no más. Mira recíbeme
estas flores y además tengo aquí tu portadocumentos que se te cayó del bolso cuando
huiste de mí.
Me sorprendí. ¿Cómo carajos no me di cuenta de que me faltaba?
-Don Pedro, venga, este tipo me va
a entregar una cartera de documentos. !Acompáñeme!
-¡A mí nadie me va a joder, así que más te vale no
hacer nada en mi contra! ¿Entendido?
El otro vigilante vino corriendo hacia nosotros y desenfundó su arma. -¡Quieto ahí o disparo! dijo mientras que por un aparato avisaba a la policía de la zona: "Atención! ¡Delincuente a la vista en la manzana uno, hay dos heridos!"
Esquivel corrió hacia el auto, tomó
un arma y giró apuntándonos. Fue cuando el celador disparó primero y lo dejó
allí tendido en el piso. Don Pedro y yo nos revolcamos literalmente de dolor
porque la sustancia nos quemó la ropa y luego penetró la piel. Rápidamente
llegó la policía. Esquivel herido se levantó tambaleante, se metió a su auto y
arrancó por lo que los agentes empezaron a perseguirlo.
Mientras tanto el vigilante ágilmente llamó a la ambulancia. Estábamos muy mal. Don Pedro y yo tendidos en
el suelo llorando como niños, quedamos desmayados del dolor.
Tiempo después de mi recuperación y estando en terapia empecé a recibir correos de docenas de mujeres que habían sido víctimas de Esquivel. Gracias a los videos y sus denuncias al tipo le dieron 15 años de cárcel, sumados a otros 20, porque en su intento de huir aquella noche, atropelló de muerte a dos personas. Don Pedro y yo tuvimos quemaduras de primer grado en pecho y extremidades inferiores, debido a un ácido que nos había arrojado el delincuente y pasamos meses en el hospital. Luego supe que Esquivel tenía esposa y dos hijas.
@Lapuente