Las evidencias

Un hermoso traje y un magnífico maquillaje, me prepararon para mi entrevista de trabajo. Llegué con media hora de anticipación con mucha ilusión y pude ver cómo, en procesión, fueron pasando una a uno los candidatos que competían por el puesto, conmigo.

Cuando escuché mi nombre entré a la sala donde dos hombres y una mujer, que lucían atractivos y brillantes, aguardaban al otro lado de la mesa. Me hicieron una serie de preguntas e indagaron sobre mi experiencia. A mi modo de ver, me fue bien con las respuestas. Salí de allí satisfecha pero con la típica frase de cajón: “Te avisaremos”. Fui al baño cercano y me refresqué un poco, todavía estaba nerviosa. Afuera, inesperadamente, me esperaba uno de los ejecutivos que me acababa de entrevistar. Descaradamente se acercó y me susurró al oído: -Si quieres que este puesto sea tuyo, nos vemos esta tarde, y deslizó en mi bolsillo una tarjeta.

He lidiado con tipos así pero igual me sentí intimidada. Pensé “De verdad necesito el trabajo, que es un ascenso en mi carrera y el dinero que triplica mi sueldo actual, pero... ¿Vale la pena?” Ya en la calle miré la tarjeta y comprobé que la dirección escrita en el papel, era de un prestigioso hotel que conocía, porque había hecho mis pasantías de comunicación organizacional allí. Llamé de inmediato a Carolina la chica recepcionista que era una buena amiga.

-¡No me digas que es Bruno Esquivel! Me gritó desde el otro lado del teléfono.

-Sí, el de las empresas Smith Communications, le contesté.

-Ese tipo es un alto ejecutivo y créeme es un acosador, tú no eres la primera chica que ha traído aquí.

-¿Qué hago para atraparlo? ¿Te imaginas lo difícil que debe ser para las mujeres que trabajan con él, poder mantenerlo al margen?

-¡Mira!… Voy a ubicar tres cámaras portátiles en la habitación que él siempre pide. Haremos una grabación, así que debes sacarle mucha información y no dejar que te haga nada. ¿Podrás?

-Lo intentaré. Pero… ¿No corres el riesgo de que te despidan por eso? 

-Sí, pero ya es hora de poner a este hostigador en su lugar y para ello lo más probable, es que nosotras no salgamos bien libradas, pero al menos no seremos sus cómplices.

-Ok. ¡Hagámoslo!

Llegué unos minutos antes con el corazón en la mano. Saludé a Carolina quien me tranquilizó con lo de la instalación de las cámaras y con la presencia de un guardia que estaría atento a todo por si acaso necesitaba ayuda.

En ese instante Esquivel apareció por la puerta giratoria y gritó mi nombre, entusiasmado. Caminé hacía él y me abrazo, dándome un tremendo beso en la mejilla.  Saludó a Carolina con un gesto y ella le respondió con un “buenas tardes señor Esquivel”

Este hombre guapo, galante y aparentemente muy fino en sus formas, me llenó de palabras zalameras y turbias mientras que subíamos por el ascensor.


Abrió la puerta de la habitación. Tiró al piso mi abrigo y mi cartera y me tomó por la cintura. Con una fuerza descomunal me lanzó sobre la cama…

-¡Espera!… le dije… ¿Cuál es tu idea?

-Querida no seas ingenua, sabes cual es mi idea.

-Y cómo me garantizas que sí voy a conseguir el trabajo al final de este encuentro.

-Pues eso depende de tu desempeño. Si no te portas como una niña buena, tendrás problemas con papi.

Sentí asco y le dije -Parece que haces esto constantemente ¿no?

-No te lo voy a negar, la mitad de mujeres que están en Smith Communications han llegado ocupar sus puestos gracias a mis “recomendaciones”.

¿La mitad? Eso significa que debes llevar mucho tiempo en estas andanzas.

-¿Andanzas? no, son proezas y con gusto me sacrifico por la empresa para conseguir lo mejor del “ganado” que necesita. Pero ya callate y a lo que vinimos. En ese momento sonó mi celular y me retiré a un lado para contestar, sin que el tipo me quitara la mirada de encima.  Era Carolina, quien me alertó que todo lo dicho ya había quedado grabado y que era suficiente. -¡Sal de ahí! me insistió, antes de colgar.

-Lo siento, le dije con la voz entrecortada, –Tuve una llamada urgente de casa y debo marcharme.

-¿Marcharte? ¡No señorita! Si viniste hasta acá es porque estabas dispuesta a pagarme para llegar lejos.

Me puse de pie y recogiendo la cartera y el abrigo, le grité: -Tengo una urgencia familiar y me voy. No tengo ningún compromiso contigo y no quiero el trabajo si tengo que verle la cara a un acosador como tú, todos los días.

Entonces me agarró de la falda y me llevó hacia él, susurrando en tono perturbador: -No te vayas nena estas aquí porque esto te gusta, al final todas las mujeres son iguales de fáciles que tú. Como pude me zafé y corrí hacia la puerta en donde me alcanzó. Me tomó por el pelo con una mano y con la otra, trató de cortar mi respiración. Le di codazos y me liberé, abrí la puerta y bajé por las escaleras a toda velocidad.

En el primer piso me esperaba Carolina. –¡Veté ya en el taxi que está afuera!, yo te envío los videos a tu celular.

Al llegar a casa noté que el tipo había alcanzado a arañarme la cara y lloré… ¿Con qué animal me había metido? Minutos después recibí las grabaciones de Carolina, todo estaba allí muy claro y sonoro pero ¿Qué iba a hacer con esos videos? Tendría que ser muy inteligente porque Esquivel no iba a quedarse con los brazos cruzados. La prueba de ello es que empezó a llamar al celular y a enviarme mensajes amenazantes.

Continuará...

@La puente

Foto tomada de la internet

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Hola.  Esta es una historia interactiva. Sugeriré tres posibles alternativas para la protagonista y con la que tenga mayor votación, escribiré el final.  ¡Gracias por participar!

Alternativa No. 1. Denunciar el hecho con sus pruebas en la línea telefónica especializada que atiende casos de violencia contra las mujeres.

Alternativa No. 2. Editando la cara de la víctima poner los videos a circular en las redes para visibilizar al acosador.

Alternativa No. 3. Contarle al acosador que hay pruebas de sus fechorías y que si él mismo no se entrega a las autoridades las pruebas saldrán a la luz.

¿Otra alternativa? ¿Cuál?   Diligencia el formulario AQUÍ