¿Tengo cara de homosexual?

Esa tarde… mi compañero de la universidad recién llegado de Venezuela se acercó muy sigiloso y al oído, me susurró una frase misteriosa:

-Mary… necesito hablar contigo urgente, te veo en la biblioteca en 10 minutos.

-¿Qué pasó?, le dije, pero ya había emprendido la huida y apenas me dio tiempo para recoger las cosas que tenía en el pupitre, meterlas en la maleta y salir corriendo detrás de él.

Ramón llevaba un mes en Colombia, era esposo de una funcionaria de la embajada de Venezuela  y apenas se estaba adaptando al inusitado y complicado estilo de vida de los bogotanos, a principios de este siglo.

Bajé las escaleras en caracol y llegué por fin a la puerta de la biblioteca…allí lo vi parado, con la cara roja, no sé si de disgusto o porque había llegado volando después de dejarme bien inquieta con sus palabras.

Nos sentamos en unas sillas cerca a la entrada y en voz baja para no molestar a nadie, me preguntó:

-Dime la verdad por favor ¿Tengo cara de homosexual?

-¿Qué? ¿Por qué? Le pregunté extrañada.  ¡Claro que no!


-Pues mira vale, estoy preocupado ¿sabes? En este mes que llevo aquí, he asistido a tres cocteles con mi esposa; llegamos… los hombres por un lado, las mujeres por otro y luego empiezan la conversación y lo primero que me preguntan es: - Ramón, ¡marica! ¿Cómo te ha ido hasta ahora? El otro me dice -¡Si marica! cuéntanos todo.  Y así, ¡no hay momento en que no me estén diciendo esa palabra!  Y ¿sabes? Yo respondo con rabia vale, y luego le cuento a mi esposa y ella se extraña. Por eso te pido que me contestes… ¿Tengo cara de homosexual?

-Jajaja, no podía para de reír y tuve que agarrarlo de la mano y salir del recinto.

-¿Por qué te ríes vale?  No es chistoso.

-Ramón… aquí en Bogotá utilizamos la palabra marica como parte de la charla, pero casi nunca tiene que ver con su verdadero significado, bien podrían decirte Ramón, hombre, cómo te ha ido; tal vez así no sonaría tan llamativa la frase y entonces terminan recurriendo a ese adjetivo a cada instante.

-¡Que vulgaridad! Yo de verdad ya me estaba asustando y mi esposa también, ¡juro por Dios que no soy homosexual!

-Jajaja a mí no me tienes que explicar nada… ¡marica!

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