El universo se encarga de todo

Julia… ¡Qué mujer más pedante y arribista!… Parecía adorada por los jefes, que aparentemente les importaba poco sus métodos, desde que les generara mensualmente, ingresos contantes y sonantes. 

Julia… ¡la pretensiosa e insensata! La que por cinco años nos miró por encima del hombro y nos recordó con gritos y groserías que no teníamos ni sus destrezas, ni su belleza, ni el roce social mínimo, para hacer negocios.

Sin embargo, debo decirlo con certeza, que el universo siempre se encarga de poner todo en su lugar. Y eso fue lo que sucedió ese memorable fin de mes, cuando nos convocaron a todos los empleados a la terraza del imponente edificio, para celebrar dos acontecimientos: los veinte años de la empresa y la entrega de recompensas en dinero a los asesores con más autos vendidos.

En el piso quince y con una vista poderosa, empezó nuestro magnífico encuentro. Tiraron la casa por la ventana disponiendo de las mesas, el espacio y la decoración con un gusto exquisito. No dejaron nada al azar; un grupo musical de jazz, una barra de cocteles, la presentación de un reconocido gurú de negocios y otras sorpresas que fueron siendo reveladas.

Después de gozar de algunas actividades y degustar el plato fuerte y el vino, los meseros sirvieron a cada comensal un increíble postre lleno de texturas y colores con un poco de crema de chantilly por encima. Julia entonces, se puso de pie, con la copa de vino en mano y haciéndola sonar con un cubierto, quiso llamar la atención de todos. 

Nos miramos con cara de… “Ay por Dios ya viene ésta a hablar sandeces” y en vez de atenderla empezamos a comer el delicioso manjar, pero ella nos ignoró con esa recia personalidad y agregó: “Queridos jefecitos de mi corazón y… demás personal de esta honorable organización. Estoy jubilosa de ser parte de un gran equipo humano del que sé que he ayudado a traer prosperidad y grandes beneficios”.

Mientras tanto los meseros ubicados a lo lejos, ante la señal del director, descubrieron las telas que reposaban sobre varias jaulas apiladas y las abrieron para dejar salir a decenas de palomas blancas de cuyos cuellos colgaban collares diminutos con el logo de la empresa. Julia observó lo que pasaba y continuó: “Hoy es un día magnifico… he estado los últimos cinco, de estos veinte años, trabajado con esfuerzo y dedicación y merezco lo mismo que esta institución… ¡Oh miren qué hermosas palomas! –interrumpió.

Las aves revolotearon encima de nosotros dando un lindo espectáculo y luego se fueron perdiendo entre las pocas nubes, hasta el cielo azul. No obstante, a una de ellas, le tomó más tiempo pues pasó despacio a ras de nuestras cabezas e hizo de lo suyo, fortuitamente, dejando un poco de excremento sobre el postre de Julia, sin que ella lo notara, para luego seguir su vuelo tratando de alcanzar a las demás.

“Gracias, gracias, gracias por esta fiesta”, insistió diciendo Julia, “Me quedé en que me merezco… Bueno igual… OK, eeeh, sigamos todos más bien disfrutando de este postre exquisito”. Tomó la cuchara, partió una porción  de la crema que se veía un poco extraña por el regalito de la paloma y la probó cerrando los ojos.  Algunos se quedaron de una pieza y otros se quejaron quedamente. Pero ella se pasó el postre diciendo: “¡Mmm que cosa más rica! ¡Definitivamente esta empresa es como este postre!” Diez segundos pasaron y todo cambió, pues su cara era un solo gesto de repugnancia. Exclamó, “¿Pero qué es esto? Es claro que me quieren envenenar los envidiosos”.

-¡Ya basta!...dijo el director mirándola con los ojos desorbitados. Quise esperar hasta el final pero no aguanto. Julia quedas despedida. Eres un ser tóxico y lo que queremos es armonía, no todo puede ser dinero”.

-Aaaah, ahora entiendo, me echa porque no puede pagarme la gran cantidad de plata de mi bono por los negocios realizados, ¿no?”  

-Te lo daré el lunes con tu liquidación.

-Desgraciado no se deshará de mi tan fácil, claro como no me quise acostar con usted.

-¡Nooo queridita! ahí si perdiste el año, porque no me acuesto con mujeres sino con hombres. ¡Soy gay!.


Y en mi cabeza, juro que sonó un largo, magnífico y sublime ¡ALELUYA!


@Lapuente