Profunda e inacabable perturbación

 


Hay una constante desolación en la vida... 

nunca termina de desprenderse
y siempre hace mella en la existencia. 

Es una turbadora inquietud sobre el devenir de uno mismo
(¿Y si me pasa algo?)... 
y sobre el devenir de aquellos por los que tenemos estima 
(¿Y si les pasa algo?).

 Es el persistente temor de desprenderse, 
de cortar para siempre esperada o inesperadamente, 
lo que nos ata a la tierra,
o lo que nos une como humanos.
 
Alimentan la ácida desazón
 las imágenes llenas de dolor,
de tristes augurios,
de esperar lo peor.

Por ello la constante desolación, 
la que nunca termina de desprenderse, 
toma formas inquietantes y ruines...
nubes grises en la mente,
profunda e inacabable perturbación.

©LaPuente