Cartas de otros tiempos - Uno

Querido Zor Ro:

He recibido tu carta y esta es mi respuesta:


Ven ser misterioso, posa tus ojos pardos e intensos en este corral turbio y maloliente del que soy aún prisionera. Llévame contigo hacia tu reino puro e inmaculado. 

Mis contertulias y yo, anhelamos con ansias que me alejes o debo decir, que nos alejes de este hastío. Enséñame las leyes de la naturaleza en pro de una forma diferente de alterar nuestros patéticos destinos.

Pero no malinterpretes querido, he sido yo la que ha cortado los alambres de esta jaula, hecha por seres astutos que caminan en dos patas. Todavía, sin embargo, hay obstáculos por sortear. Por lo tanto comprende, que no podré despojarme de ciertas armas, casi ya inherentes, que ellos me obligaron a adoptar en mi defensa. No soy sumisa desde entonces.

Con vosotros tendré una nueva oportunidad. Tu manada nos respetará, según tus propias palabras que me llenan de aliento. ¡Claro que no tengo miedo! y debes saber que puedo parecerme a ti, si quiero y me lo propongo… No obstante, mi cuerpo emplumado del que me siento tan plena, no podrá, ni querrá ostentar nunca, ni tu pelaje suave y colorido, ni ciertas costumbres propias de tu especie.

Agradece a los tuyos y diles que mañana en la noche por el hueco de la valla viva, los espero y que “las otras”, también se animan a partir.  Llenaremos de belleza vuestras rocosas posadas y la incertidumbre de la que padecéis será cosa del pasado.

Mi señal, un sutil cacareo, tu respuesta, un audaz aullido. Saldré a tu encuentro ¡oh, salvaje criatura! y tendremos que adorarnos hasta el final de los días porque nos necesitamos si deseamos ser bestias genuinas y libres en este vasto territorio. 

Mi regalo por tu muy gentil propuesta será un altar donde todos te recordarán, a lo largo de los siglos, como el gran mentor de un reino nuevo.

Con expectativa…

Galli Nita


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