La joven promesa

En el centro de la pista, con los ojos cerrados y una tremenda agitación interna, me preparo como ”la joven promesa” que soy.  Inhalo… y el reflector me enfoca despiadado y poderoso opacando el entorno silencioso y expectante.

Se introduce la pieza clásica musical con un halo de misterio y de inquietud. Me deslizo sobre el hielo, dejando una estela sobre el piso y el vaho de mi respiración en el aire. Realizo un recorrido fluido y completo sobre el rectángulo, entre movimientos armónicos y zigzagueantes.

El primer salto certero, caigo firme con mi pierna derecha mientras con la otra giro y tomo impulso. Aplausos. El piano se torna gótico y desgarrador, mi pantalón abombado se ilumina con sus lentejuelas de colores. Doble giro, espiral y plenitud. Gritos de júbilo.

Me preparo para el spin, empiezo el giro, subo y bajo de manera alterna mis brazos, mientras gano velocidad y me contorsiono. Mis ojos centrados en el techo. De la nada se desgrana un mundo de papeles brillantes, caen y se adhieren a mí como si fueran mi propia piel... Ardo. Apenas puedo ver y respirar. Disminuyo la intensidad para salir del giro y soy absorbido cual humo. Me desintegro, me evaporo. Abajo desolación y angustia. 

Mi medalla de oro honorífica, la de la joven promesa, reposa en el hall de la fama de los deportistas caídos, construido detrás de un McDonal’s en la famosa capital del país de las buenas intenciones.

©LaPuente

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A todos los palestinos en la franja de Gaza, que han perdido a una generación completa de niños y jóvenes promesas de sus propias familias y del planeta entero.